En una noche calurosa, la del pasado sábado 21 de julio, arrancaba este año la MIT. Trasla inauguración, el público asistió en el Auditorio del Castillo a la representación de A puerta cerrada interpretada porTimbre 4 y Théâtre du Soleil.
Bajo una dirección pulcra y cuidada en extremo, los tres actores principales hicieron alarde de una intensa implicación emocional para tratar uno de los temas universales: la muerte, siempre de la mano dela vida. Tres personajes –creados con precisión- cuyas vidas estuvieron marcadas por actos muy alejados de la bondad, están condenados a vivir juntos eternamente en un salón estilo segundo imperio. Este es el infierno que les brinda Sartre y sobre el que invita al espectador ala reflexión. Elmiedo, la esperanza y la vida como sueño se abrían paso entre grandes fragmentos de cada uno de los personajes y entre las relaciones tortuosas, tan insufribles como inevitables, que se establecían entre ellos. La mirada de sus compañeros se convierte en el único espejo en el que podrán mirarse a partir de su muerte.
A puerta cerrada 21/07/12
La puesta en escena se presentó coreografiada tal como un baile contemporáneo, mediante la cual el público se agitaba a su ritmo y buscaba atento entre el drama las pequeñas posibilidades de risa que los personajes lanzaban dentro de sus situaciones extremas y patéticas. Una risa que de inmediato quedaba ahogada por el castigo de la conciencia que vivían los protagonistas, en un ambiente de calor asfixiante y donde aspectos como el color o la belleza pasan a ser relativos.
A pesar de no haberse oído entre el público los respingos propios de episodios lacrimógenos, es mérito de los actores la creación de personajes consistentes que se dejaban la piel en cada palabra y en cada acción, aun cuando el exceso de intensidad podría molestar en algún momento concreto.
Un sostenido aplauso final obligó a los actores a mantenerse sobre el escenario varios minutos, para agradecerle su entrega y su desgarro, sus movimientos fluidos y el rato agradable que reporta lo bien hecho.
Texto: Esther Movilla Castillo
Fotografía: Álvaro Otero Domarco
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